
Hace casi 10 años mis deseos y la fortuna me permitieron radicarme en la ciudad de Puerto Natales (yo soy oriundo de Ñuñoa), incluso en esa época la ruta 9 que une esta ciudad y Punta Arenas aún era de ripio y los antiguos señalan que ese trayecto de 280 Kms a veces demoraba 6 u 8 horas, especialmente en invierno. Para que decir de las comunicaciones de la televisión abierta, según cuenta el propio Fernando Solabarrieta (declarado el mejor de los mejores alumnos del Liceo Salesiano Monseñor Fagnano donde yo trabajo), los partidos de la selección eran vistos en Natales con ese desface de 6 u 8 horas, tiempo que era necesario para trasladar las cintas de video a esta ciudad. Para que mencionar las comunicaciones a mediados del siglo pasado, época en la cual el telégrafo y las señales con banderas y luces eran utilizadas por las fuerzas navales de nuestro país y si sigo agregando datos, podremos comprobar que nuestra historia nos recordara la importancia de las palomas mensajeras y las señales de humo; pero por qué menciono todo esto, porque a pesar de saber que formo parte de este mundo virtual que agilizó las comunicaciones a niveles inimaginables y que sólo eran un sueño forjado en la imaginación de los guionistas de comic, compruebo que la imaginación nunca superara a la realidad. (Tal vez la próxima semana pueda ser teletransportado a Santiago, como en Viaje a las Estrellas).
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